Machado, Antonio. Campos de castilla. Madrid. Renacimiento, 1912. Poema XIX
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
jueves, 20 de octubre de 2011
jueves, 6 de octubre de 2011
mi primer texto
Galeano, Eduardo. El libro de los abrazos. Madrid. S XXI. 2003. Págs. 95-96
Si la contradicción es el pulmón de la historia, la paradoja
ha de ser, se me ocurre, el espejo que la historia
usa para tomarnos el pelo.
Ni el propio hijo de Dios se salvó de la paradoja. Él
eligió para nacer, un desierto subtropical donde jamás
ha nevado, pero la nieve se convirtió en un símbolo universal
de la navidad desde que Europa decidió europear
a Jesús. Y para más inri, el nacimiento de Jesús es, hoy
por hoy, el negocio que más dinero da a los mercaderes
que Jesús había expulsado del templo.
Napoleón Bonaparte, el más francés de los franceses,
no era francés. No era ruso José Stalin, el más rusos de
los rusos; y el más alemán de los alemanes, Adolfo Hitler
había nacido en Austria. Margherita Sarfatti, la mujer
más amada por el antisemita Mussolini, era judía. José
Carlos Mariátegui, el más marxista de los marxistas latinoamericanos,
creía fervorosamente en Dios. El Che
Guevara había sido declarado completamente inepto para
la vida militar por el ejército argentino.
De manos de un escultor llamado Aleijadinho, que era
el más feo de los brasileños, nacieron las más altas
ha de ser, se me ocurre, el espejo que la historia
usa para tomarnos el pelo.
Ni el propio hijo de Dios se salvó de la paradoja. Él
eligió para nacer, un desierto subtropical donde jamás
ha nevado, pero la nieve se convirtió en un símbolo universal
de la navidad desde que Europa decidió europear
a Jesús. Y para más inri, el nacimiento de Jesús es, hoy
por hoy, el negocio que más dinero da a los mercaderes
que Jesús había expulsado del templo.
Napoleón Bonaparte, el más francés de los franceses,
no era francés. No era ruso José Stalin, el más rusos de
los rusos; y el más alemán de los alemanes, Adolfo Hitler
había nacido en Austria. Margherita Sarfatti, la mujer
más amada por el antisemita Mussolini, era judía. José
Carlos Mariátegui, el más marxista de los marxistas latinoamericanos,
creía fervorosamente en Dios. El Che
Guevara había sido declarado completamente inepto para
la vida militar por el ejército argentino.
De manos de un escultor llamado Aleijadinho, que era
el más feo de los brasileños, nacieron las más altas
Hermosuras del Brasil. Los negros norteamericanos, los más
oprimidos, crearon el jazz, que es la más libre de las
músicas. En el encierro de la cárcel fue concebido Don
Quijote, el más andante de los caballeros. Y para colmo
de paradojas, Don Quijote nunca dijo su frase más célebre.
Nunca dijo, ladran Sancho, señal que cabalgamos.
oprimidos, crearon el jazz, que es la más libre de las
músicas. En el encierro de la cárcel fue concebido Don
Quijote, el más andante de los caballeros. Y para colmo
de paradojas, Don Quijote nunca dijo su frase más célebre.
Nunca dijo, ladran Sancho, señal que cabalgamos.
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